miércoles, 2 de abril de 2014

Tengo un Android, luego soy periodista



Dicen que el periodismo va creciendo en su ámbito ''2.0''. Lo dicen, y es cierto. Y que internet es el futuro inmediato para esta profesión que estudio.

Al igual que la música, el periodismo, y su manera de compartir la información, avanza, evoluciona y se adapta a los nuevos tiempos. Atrás quedan ya las emisiones en blanco y negro de los televisores, la estampa en sepia de la familia reunida en el salón alrededor de la radio o aquellos periódicos versión 4x4 que tuvieron su origen en Alemania, gracias a Gutenberg.  

¿Se imaginan poder ser consumidores de radio, televisión y prensa escrita a través de un solo soporte? Pues no hace falta que se expriman los sesos. Ya existe, y es internet. Nuevos formatos y textos informativos que te permiten acceder a otro contenido con un solo click, o la continua actualización de los periódicos on line han revolucionado la prensa escrita tradicional. Además, es gratis. ¿Y el contenido televisivo? En la red podemos acceder y consumir cualquier tipo de programación que se emite en los canales, sin tragarnos interminables minutos de publicidad y con la opción de darle a ''pause'' e ir al baño. Y con la radio sucede lo mismo; unas veces como podcast, otras en riguroso directo. Todo ello bajo un mismo denominador común, la clave: rapidez y comodidad.

Sin embargo, no todo pueden ser ventajas. El periodismo, esa atractiva profesión para individuos inquietos de cigarrillos en mano moviéndose a contrarreloj por la redacción, ha pasado de ser una de las ocupaciones más respetadas en nuestro país a convertirse, actualmente, en la que más rechazo produce. Quizás el origen de este hecho proceda de la estrecha relación que mantiene el periodismo con la política en la que, irremediablemente, ninguno puede vivir sin el otro. Una realidad bastante diferente a la teoría desarrollada en Estados Unidos, que tan bien les funciona a los americanos. La telebasura y su programación con récords de audiencia también juegan un papel importante en este odio hacia la profesión de Gabilondo. Pero me centraré en una que, en especial, tiene que ver con todo este tema del periodismo 2.0. 

¿Quién no dispone hoy en día, como mínimo, de un dispositivo electrónico en casa? Gracias a estos artilugios la información navega a una velocidad intratable y sin pasar por ningún tipo de filtro. La hiperconexión. Podemos enterarnos a tiempo real de lo que acontece en China, Rusia o Egipto. Podemos seguir, a través de los streaming, la final del campeonato mundial de fútbol o la ceremonia de entrega de los Premios Oscar. Pero es un arma de doble filo: cualquiera puede difundir contenidos de información sin ejercer la profesión de periodista.

¿Permitirían que un carpintero les hiciera una operación de vida o muerte? ¿Contratarían a un maestro de escuela para que construyera su casa? No obstante, tanto el carpintero como el médico o el maestro pueden compartir información de actualidad en la red. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un profesional de la comunicación y uno que no lo es? La clave está en su preparación y en la capacidad para documentar y contrastar la información de forma coherente y profesional que solo los periodistas saben desempeñar.

La información ''2.0'', esa que tanto crece de forma frenética día a día, está contaminada. Además, si tenemos en cuenta el informe ''Visual Networking Index'', para el año 2015 se estima que cada persona tendrá como media un total 3 dispositivos.  

Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo no hay democracia.

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