domingo, 10 de noviembre de 2013

El futuro que nos espera




El ser humano siempre ha soñado con ir más allá de sus cualidades, sobrepasar los límites y cuestionar los principios de la naturaleza. ¿Quién nos iba a decir que seríamos capaces de volar, comunicarnos con habitantes de otros continentes a tiempo real, encontrar la cura a enfermedades mortales o traspasar las capas de la Tierra y viajar al espacio exterior? La tecnología avanza a pasos agigantados y gracias a ella podemos disfrutar de un mundo mejor...o eso nos hacen creer.

De pequeños, los niños de mi generación, y de generaciones semejantes, deseábamos todo aquello que nos vendían en la caja boba. Concretamente con lo que veíamos en las series de dibujos animados, la mayoría de ellos, como no, de carácter futurista. Coches que volaban, robots que tenían sentimientos, espadas láser o dispositivos que permitían la transportación. Hoy en día, y si no avanza la tecnología hasta mañana, seguimos soñando con todo eso. Sin embargo, ese porvenir que nos mostraban desde pequeños y que cuán descabellado parecía, no lo es tanto. Y parece que los ojos serán los siguientes órganos de nuestro cuerpo en evolucionar, tal y como nos pintan el futuro próximo. 

Corría como un rumor en la red, pero la empresa Google lo confirmó el pasado mes de febrero. Las e-gafas son unas lentes creadas por la compañía con las que podremos realizar ansiadas virguerías: comprobar la temperatura de la atmósfera en nuestra ciudad, la hora, el camino hasta nuestro destino deseado o, incluso, mantener una comunicación con otra persona a través de mensajería instantánea. Este dispositivo que juega con la realidad aumentada, no ha sido el primero en ser creado pero sí el pionero en su diseño mucho menos aparatoso y con un abanico de utilidades más amplio que otros fabricados y que no han tenido éxito. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Así es como nos quiere mentalizar Google de que este tipo de gafas será algo casi esencial para nuestro día a día.




Aunque todavía solamente han sido lanzadas para los creadores o inversores, las  e-gafas podrán empezarse a comercializar para los consumidores – mayores de 13 años - a partir del próximo año. Para entonces, según afirma la entidad, el diseño del dispositivo será mucho más discreto, o así se han excusado los creadores de las lentes tras recibir las primeras críticas en contra. Y precisamente críticas destructivas son las que emergen estos últimos días. Una de ellas, con origen en la ciudad estadounidense de Seattle, prohíbe el uso de este dispositivo por motivos de intimidad e imagen en un bar público. Por otro lado, el sistema operativo Android, que ha tenido la suerte de poder usarlas a modo de ''prueba'', ha señalado una serie de puntos en contra de las gafas. Entre ellos podemos destacar la poca duración de la batería de las lentes – y es que no compensa si hacemos uso de ellas durante todo el día - , el dolor de cabeza y la desorientación que provoca llevarlas mucho tiempo (llegando a generar incluso migraña, la mala visibilidad de la pantalla con una luz brillante (como puede ser fácilmente la luz del Sol), o la incomodidad de responder mensajes ya que parece ser que el reconocimiento por voz falla bastante. Aun así, no serán las únicas que aparezcan hasta que finalmente se empiecen a comercializar estas gafas futuristas.

Sin embargo, nuestros ojos no solo tendrán que adaptarse a este dispositivo que nos otorgará una apariencia de Robocop. En la pasada feria electrónica celebrada en el Berlin IFA, la empresa Haier exhibió un televisor que incluye un aparato que permitirá que cambiemos los canales de televisión o que subamos el volumen con solo pestañear.

Son solamente dos ejemplos que nos sirven como prueba de que nuestro futuro se avecina controladamente tecnológico. Y, a pesar de lo increíble y sorprendente que estos aparatos nos pueden llegar a resultar, y que tanto nos pueden facilitar nuestras tareas diarias, me imagino un mañana artificial. Llámenme anticuado, conservador o poco aventurero. No necesitaremos más que estar echados en el sofá, con nuestras e-gafas de diseño y un robot que nos prepare la cena caliente. Nos levantaremos de él, por supuesto, para acudir al oftalmólogo. A menos que exista una aplicación para entonces que nos permita revisar y curarnos la vista.

La realidad es que siempre hemos soñado con un mañana futurista, lo que se ha convertido hoy en nuestro presente. Pero, ¿era realmente un sueño o una pesadilla?

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