Me dijeron que escribiera un ensayo. Que escogiera un tema de
los propuestos, de cualquiera de los autores dispuestos. Me dijeron que lo
escribiera.
El ser humano, según indica Kapuscinski, y añado de antemano,
busca mejorar su vida mediante el movimiento. Ir de unos lugares que piensa que
son peores hacia otros lugares que piensa que son mejores. Eso es irreversible
y está en el núcleo de nuestros pensamientos. En España nos referíamos a los
inmigrantes. En nuestra nación, hoy, nos lamentamos por emigrantes. Y la
explicación la podemos hallar en los medios, donde se nos informa sobre incontables
historias. Pues no hay momento para la Literatura y su ficción, aunque sí hubo
en nuestros falsos tiempos de gloria. En un país que no es para españoles.
Me encontré con una noticia esta mañana de un periódico
inglés, como quien no busca lo que encuentra pero halla por interés. Del
extranjero. Ese lugar que deseamos con tanta envidia y recelo. De nosotros los
españoles trataba. Y, en resumidas líneas, con piropos nos despachaba. Adjetivos
escondidos detrás de la semántica de las oraciones: vagos, incompetentes,
desorganizados o fiesteros. Explicaba que nuestras siestas habían llegado a su
fin. No más retrasos en reuniones de trabajo. No más juergas ni tanto festín. Y
como guinda que cubre al pastel, la imagen que la acompaña: un hombre mayor, albañil
de profesión, sentado y durmiendo en una silla. Con un paquete de cigarros en
una mano y él sin camisilla. ¿Y esa es la imagen que damos? Aun así continúa en
nosotros el deseo, o la necesidad, de vivir fuera. En lugares donde somos mal
vistos. Sin embargo, el nuestro, tampoco es país para españoles.
Kapuscinski hablaba de la xenofobia. Sobre aquellos que no se
abrían hacia otras culturas que emigraban. Las historias de éstos deberían de
ser contadas de la forma más objetiva que se imaginara. Que la labor de los
periodistas tendría que ser fundamental, evitando divulgar una imagen
incorrecta y poco real. Que poseyeran esa gran capacidad para contarlas, y que
la documentación existiera antes de publicarlas. Porque ahora somos nosotros
los que emigramos, se ha convertido en algo a lo que nos han obligado. Apenas
quedan otras opciones. Otras salidas. Ya no hay favores.
Me dijeron que escribiera un ensayo. Y que se extendiera
hasta un máximo de treinta líneas. Me dijeron que lo escribiera, y está
escrito. Y es que no hay país para españoles.
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