lunes, 25 de noviembre de 2013

Historia de una mujer maltratada



(Dar al play antes de comenzar con la lectura)


Como en toda primera página, nunca sabes lo que te espera a lo largo del libro. Ríos de tinta que han quedado plasmados en sus hojas. Al principio todo parece increíble. Ha llegado a ti el mayor sentimiento que jamás habías experimentado. Lo llaman amor, sí. Y lo empiezas a leer.

Te encanta su forma de escribir. Sus expresiones. La manera en que pone las comas y los puntos. Sientes que está siendo detallista en cada frase. En cada párrafo del día, incluso en cada capítulo que vives junto a él. Y tú mientras acaricias sus hojas, deseas seguir leyendo. Lo has encontrado. Ya no quieres volver hacia atrás. Siempre has sido curiosa y esta vez no iba a ser menos.

No te gustan algunas partes de la historia, pero el libro sigue teniendo esa magia. Sabe perfectamente cómo volverte a enganchar después de un punto y aparte. Te encanta llegar a los momentos en los que te quedas a solas con él. En tu cama. Te la describe rodeada por velas, pétalos de rosas y música de fondo. Es entones cuando todas sus hojas rozan tu piel. La más pasional de las palabras baila en tu cuerpo. Es el sello que marca lo que sientes por él. Y te olvidas de lo demás.

La narración ha dejado atrás algunos detalles por contar. Pero permite, a regañadientes, que sean otros quienes los anoten. Aquellos que siempre quisiste. Con los que has leído más libros. Los más excitantes. En los que siempre empezaste con una sonrisa y acabaste con una carcajada.

Creces mientras avanzas en la lectura. Y tal vez ese libro ya no es capaz de contarte nuevas historias. Quizás tuviste que colocarlo en la estantería cuando dejaste atrás la adolescencia. Pero te encuentras totalmente hipnotizada. Has quedado atrapada entre sus tapas. Y es por eso que no puedes escapar de él cuando lo necesitas. Pero sabes que debes hacerlo. Ahora cortas las yemas de tus dedos al pasar las páginas. Desesperada. Intentas encontrar algún dibujo que te dé la tranquilidad que buscas. Y cuando lo encuentras, el momento de paz te dura unas horas. Hay que pasar de página aunque tú no quieras. 

Te has creído una historia falsa. Y eres consciente de ello. No supiste leer entre líneas las veces que intentaron ayudarte. Aquellas ocasiones en que probaron cambiar el cuento mediante sus anotaciones…la tinta que las dejó grabadas la has borrado con tus lágrimas. Y ahora te encuentras entre infinidad de exclamaciones que no paran de retumbar en tu mente. Interrogantes que escribes en las hojas, pero acabas arrancando para que él no se dé cuenta.

No quieres seguir leyendo ni una sola sílaba más. Y cuando por fin tomas la decisión ya es demasiado tarde. Toda la tinta del libro ha sido transformada en una gran mancha negra. La oscuridad no permite que veas la salida al mayor terror de tu vida. Buscas entonces los marcadores que dejaste aparcados y que nunca utilizaste para descansar del libro. Logras sentir bajo tus pies uno de ellos. Arrugado. Casi roto. Se convierte en el puente que permite tu huída. Y comienzas a correr a través de él. Te apresuras a llegar a su final, sin saber lo que te espera. Nuevamente. Pero no te importa. Cualquier escapatoria es válida. El libro se va cerrando, quiere que seas por siempre su prisionera. Te quedan apenas unos cuantos metros. Las tapas a punto de tocarse. Te precipitas. Y saltas.

No dio un céntimo por leerse aquel libro. Simplemente lo encontró y comenzó a leerlo. El precio que pagó por deshacerse de él fue muy caro. Pero ahora vuela libre como un pájaro. Se posa en las ramas de los árboles y no permite que los talen. No para que escriban historias como la que sufrió. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario